Me llamo Pardal, como la calle tranquila donde descanso desde hace años. Quizá por eso, me siento un poco como ese gorrión que da nombre al lugar: discreta, luminosa y siempre dispuesta a desplegar mis alas hacia nuevas historias.
Estoy construida sobre un terreno de 257 m², amplio y soleado, donde hay espacio para crear un jardín, una piscina o un rincón para disfrutar al aire libre. Mi interior suma unos 142 m² repartidos en dos plantas, llenas de posibilidades.
En mi planta baja, a nivel de calle, recibo a quien llega con una gran entrada donde cabe un coche y donde el espacio exterior invita a imaginar. Aquí también guardo una vivienda con dos habitaciones y un baño, perfecta para adaptarla a distintos usos.
Subiendo a la planta superior, me abro con un salón comedor acogedor, una cocina independiente con salida al gran espacio exterior, tres habitaciones dobles con armarios empotrados y un baño generoso. Mis ventanas de doble cristal llenan cada estancia de luz y silencio.
Tengo licencia turística y, aunque conservo mi esencia, sé que en mis muros late un futuro lleno de alas nuevas.
Te espero en la Calle Pardal, donde los gorriones aún cantan al amanecer.